•El hallazgo exhibe el deterioro de la seguridad y el crecimiento del crimen organizado en Puebla

La violencia volvió a sacudir al sur del estado con el hallazgo de un cuerpo embolsado en un paraje de Tulcingo, presuntamente perteneciente a Patricia Rubín, alias “Paty Rubín”, señalada por las autoridades como la cabeza del grupo de carteristas conocido como “Las Rubín”, que operaba en el sistema de transporte público RUTA.

De acuerdo con los primeros reportes, el cuerpo fue localizado envuelto en plástico negro, con señales de tortura. A un costado, un mensaje escrito a mano advertía: “Esto les va a pasar a las que no pagan cuota”, una frase que apunta a un ajuste de cuentas entre grupos delictivos que disputan el control de las calles y del transporte público.

Fuentes policiales indican que “Paty Rubín” era una figura conocida en el mundo del hurto urbano. Su grupo, integrado principalmente por mujeres, se había especializado en el robo de pertenencias dentro de unidades del RUTA, aprovechando la falta de vigilancia y la escasa respuesta de las autoridades.
Aunque varias veces fue detenida, Patricia Rubín siempre recuperó la libertad en poco tiempo, amparada por la ausencia de denuncias formales y un sistema de justicia que parece hecho para olvidar a las víctimas.

El mensaje encontrado junto a su cuerpo revela un cambio de tono en la violencia urbana: los delitos menores de antes hoy se mezclan con estructuras criminales que operan con lógica de cárteles, exigiendo cuotas, controlando territorios y cobrando “protección” incluso a quienes viven del robo cotidiano.

Este crimen no solo evidencia la brutalidad de los ajustes de cuentas, sino también el colapso del control estatal sobre las zonas populares donde el transporte público se ha convertido en terreno fértil para el delito. Mientras las autoridades prometen investigaciones, la realidad es que el RUTA concebido como un sistema moderno de movilidad, se ha transformado en un espacio dominado por la extorsión, el miedo y la impunidad.

Por ahora, los restos permanecen en el Servicio Médico Forense para la confirmación oficial de identidad, pero en las calles de Puebla el mensaje ya está claro: los grupos criminales siguen marcando territorio, incluso sobre los cuerpos de quienes un día parecieron intocables.